Queda menos de un mes para que los ciudadanos depositemos nuestras papeletas en las urnas electorales y elijamos al alcalde y a los concejales que nos representarán durante los próximos cuatro años. Los partidos ya tienen totalmente engrasadas las máquinas, unos más que otros, todo depende de la economía de cada cual.
En unos días, las calles se llenarán de carteles con los caretos de los candidatos y candidatas, ensuciarán las calles con folletos, pegatinas, etc., nos pitarán los oídos con los anuncios en las radios y televisiones. Nos mentirán, nuevamente, con promesas que una vez pasen las elecciones, olvidarán sin remedio. Nos intentarán engatusar con sus propuestas e ideas. Los políticos en campaña no ven personas, sino votantes a los cuales cazar sin piedad.
Como ya dije en otras ocasiones, el consuelo que nos queda es que no todos los políticos son iguales, los hay honrados y honestos, los cuales sólo buscan lo mejor para su pueblo. Son los menos, pero existen. Se pueden reconocer en su discurso sincero y en sus propuestas humildes y creíbles.
La política no tiene por qué ser necesariamente mala, y si lo es, será por culpa de las personas que sólo piensan en sus conveniencias personales y económicas. El buen político antes de pensar en sí mismo, piensa en los demás, antes de prometer grandes proyectos que no podrá cumplir, propone pequeños proyectos que se pueden hacer realidad. El buen político es cercano y respetuoso con el Pueblo, pues es el Pueblo el que le paga el sueldo. En fin, no les aburro más con política, pero para concluir el artículo de esta semana, les expongo un poema de Roger Wolfe, titulado “Democracia”:
Otra maldita tarde/ de domingo, una de esas/ tardes que algún día/ escogeré/ para colgarme/ del último clavo ardiendo/ de mi angustia./ En la calle/ familias con niños,/ padres y madres/ sonrosadamente satisfechos/ de su recién/ cumplido/ deber electoral;/ gente encorvada sobre radios/ que escupen datos,/ porcentajes/ en los bancos./ Corderos de camino al matadero/ dándole a escoger el/ arma/ al matarife.
En unos días, las calles se llenarán de carteles con los caretos de los candidatos y candidatas, ensuciarán las calles con folletos, pegatinas, etc., nos pitarán los oídos con los anuncios en las radios y televisiones. Nos mentirán, nuevamente, con promesas que una vez pasen las elecciones, olvidarán sin remedio. Nos intentarán engatusar con sus propuestas e ideas. Los políticos en campaña no ven personas, sino votantes a los cuales cazar sin piedad.
Como ya dije en otras ocasiones, el consuelo que nos queda es que no todos los políticos son iguales, los hay honrados y honestos, los cuales sólo buscan lo mejor para su pueblo. Son los menos, pero existen. Se pueden reconocer en su discurso sincero y en sus propuestas humildes y creíbles.
La política no tiene por qué ser necesariamente mala, y si lo es, será por culpa de las personas que sólo piensan en sus conveniencias personales y económicas. El buen político antes de pensar en sí mismo, piensa en los demás, antes de prometer grandes proyectos que no podrá cumplir, propone pequeños proyectos que se pueden hacer realidad. El buen político es cercano y respetuoso con el Pueblo, pues es el Pueblo el que le paga el sueldo. En fin, no les aburro más con política, pero para concluir el artículo de esta semana, les expongo un poema de Roger Wolfe, titulado “Democracia”:
Otra maldita tarde/ de domingo, una de esas/ tardes que algún día/ escogeré/ para colgarme/ del último clavo ardiendo/ de mi angustia./ En la calle/ familias con niños,/ padres y madres/ sonrosadamente satisfechos/ de su recién/ cumplido/ deber electoral;/ gente encorvada sobre radios/ que escupen datos,/ porcentajes/ en los bancos./ Corderos de camino al matadero/ dándole a escoger el/ arma/ al matarife.
Miguel Ángel Rincón Peña