Hace unos días tuve la oportunidad de asistir a una conferencia del diputado provincial y alcalde de Puerto Real, José Antonio Barroso en el convento de la localidad vecina de Bornos. Disertó sobre la guerra hispano-cubana-estadounidense. Un tema bastante interesante, puesto que se trata de un pasaje muy importante de nuestra historia. Barroso se quejaba de la desinformación sobre este suceso en nuestros tiempos. La mayoría de la gente desconoce qué ocurrió en aquella guerra entre españoles, cubanos y estadounidenses, la que el mismísimo Lenin calificara como la primera guerra imperialista.
Lo curioso es que cuando Barroso concluyó la conferencia, se abrió un turno de palabra, y el público tardó poco en dejar a un lado la guerra hispano-cubana-estadounidense para preguntar sobre la polémica de Barroso versus Juan Carlos I Rey de España.
No sé si saben, que José Antonio Barroso realizó unas declaraciones sobre la monarquía y la persona del Rey Borbón las cuales le han acarreado un juicio en la Audiencia Nacional y una multa. Según Barroso, se va a recurrir la sentencia, pues según él es totalmente injusta. Yo personalmente también creo que es injusto negarle a Barroso el derecho a defensa, pues eso es lo que le ha pasado al alcalde de Puerto Real. Cuando uno acusa a alguien, y ese alguien interpone una denuncia por injurias, el denunciadante tiene el derecho a probar que las acusaciones son ciertas mediante pruebas y testigos, pero al tratarse del monarca eso no está permitido, pues no se puede investigar al Rey.
Sí, lo sé, es un lío esto de la denuncia y del juicio, pero lo que está claro es que la polémica creada ha sido bastante y como siempre, el que sale perdiendo no es ni mucho menos el Borbón, si no el que se atreve a usar su derecho a expresar sus ideas, en este caso republicanas.
Es cierto que este país más que monárquico es Juancarlista, que es un término que no consigo entender muy bien, quizá sea el culto a la persona de Juan Carlos I lo que muchos practican, puede que otros tengan miedo al cambio que supondría cargarse a la monarquía e implantar la tercera República española. Pues ahora que lo pienso, no estaría mal un buen cambio siempre que sea para mejorar.
Miguel Ángel Rincón Peña
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1 jul 2009
EDUCACIÓN ESPECIAL
Todas las mañanas hay un taxi en Arcos, concretamente el número 14, que transporta al colegio a tres pequeños. María, que reside en la Junta de los Ríos y Javier y Daniel, que viven en el Barrio Bajo. Yo he tenido la oportunidad de compartir un viaje con ellos tres, con Adolfo, el taxista y con Nieves, la monitora de transporte y he de decir que el taxi se convierte por momentos en una fiesta para que los pequeños vayan a gusto y que el viaje se les haga lo más ameno posible.
María, Javier y Daniel son tres niños muy especiales que asisten al aula específica del CEIP San Francisco. Allí, su tutora Regina, una sevillana muy guapa y con mucho arte, y su monitor, un tal Miguel Ángel (que ni es guapo ni tiene arte), les esperan para comenzar la jornada escolar. Y la mañana pasa entre asambleas de bienvenida, fichas para colorear, desayunos, recreos, sesiones de psicomotricidad, visitas integradoras a otras aulas (como la de la señorita Sonia, todo un encanto), etc. También se hacen actividades en el exterior, por ejemplo la equinoterapia. En el centro hípico Las Nieves, los niños disfrutan y se relacionan con el mundo del caballo, le dan de comer, lo cepillan y por último montan y pasean. O la aquaterapia en la piscina cubierta de Villamartín (en Arcos no hay piscina cubierta aún, esperemos que pronto la haya). Los niños entran en contacto con el medio acuático y hacen bastante ejercicio, que eso siempre es muy saludable. Todas estas actividades no serían posibles sin la labor de la asociación Disarcos, que con su vehículo adaptado transporta a los alumnos a estos lugares. Sin duda, asociaciones como esta son muy necesarias por todo el trabajo que realizan por la integración de los discapacitados en la sociedad.
Considero que hoy en día aún existe un serio problema de integración, incluso en las escuelas hay quién tiene sus dudas sobre este aspecto. Lo mismo pasa en el sector del empleo y en la sociedad en general. Conseguir la integración es labor de todos y por lo tanto todos tenemos que colaborar en conseguir ese fin. Desde aquí animo a las asociaciones y a las familias a seguir luchando y reivindicando esos derechos que deben poseer las personas que por un motivo u otro son discapacitadas.
Miguel Ángel Rincón Peña
María, Javier y Daniel son tres niños muy especiales que asisten al aula específica del CEIP San Francisco. Allí, su tutora Regina, una sevillana muy guapa y con mucho arte, y su monitor, un tal Miguel Ángel (que ni es guapo ni tiene arte), les esperan para comenzar la jornada escolar. Y la mañana pasa entre asambleas de bienvenida, fichas para colorear, desayunos, recreos, sesiones de psicomotricidad, visitas integradoras a otras aulas (como la de la señorita Sonia, todo un encanto), etc. También se hacen actividades en el exterior, por ejemplo la equinoterapia. En el centro hípico Las Nieves, los niños disfrutan y se relacionan con el mundo del caballo, le dan de comer, lo cepillan y por último montan y pasean. O la aquaterapia en la piscina cubierta de Villamartín (en Arcos no hay piscina cubierta aún, esperemos que pronto la haya). Los niños entran en contacto con el medio acuático y hacen bastante ejercicio, que eso siempre es muy saludable. Todas estas actividades no serían posibles sin la labor de la asociación Disarcos, que con su vehículo adaptado transporta a los alumnos a estos lugares. Sin duda, asociaciones como esta son muy necesarias por todo el trabajo que realizan por la integración de los discapacitados en la sociedad.
Considero que hoy en día aún existe un serio problema de integración, incluso en las escuelas hay quién tiene sus dudas sobre este aspecto. Lo mismo pasa en el sector del empleo y en la sociedad en general. Conseguir la integración es labor de todos y por lo tanto todos tenemos que colaborar en conseguir ese fin. Desde aquí animo a las asociaciones y a las familias a seguir luchando y reivindicando esos derechos que deben poseer las personas que por un motivo u otro son discapacitadas.
Miguel Ángel Rincón Peña
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LA VEJEZ QUE NOS ESPERA
Seguro que han pensado alguna vez en la vejez, en esa última época de nuestra vida, cuando se nos aflojen las carnes y nos volvamos lentos, sin prisas y los diferentes achaques comiencen a salir a flote. Quién sabe dónde acabaremos y con quién…
Quizá mientras nos dure la efímera juventud veamos eso de la vejez como algo lejano, como algo que nos parece que nunca llegará. Pero el tiempo pasa, nos vamos volviendo viejos -como decía aquella canción del gran Silvio Rodríguez- y nos damos cuenta de que se nos quedaron muchas cosas por hacer, mucho amor por entregar, muchas palabras que decir. Por eso, hay que aprovechar cada instante de nuestra vida en la medida de lo posible.
Hace un tiempo, y pensando en la vejez, escribí un pequeño poema con un cierto tono irónico que he adaptado para está columna:
“Cuando yo sea anciano me abstendré de utilizar azúcar en las comidas. Quizá tampoco pueda con la sal -ni con el lumbago-. Me prohibirán además el fumeteo y el alcohol y las grasas y sabrá dios cuánto más. ¡Malditos médicos!
Cuando yo sea anciano me apuntaré a unos de esos viajes, no sé, algún crucero por el Mediterráneo, o a visitar los monos de Gibraltar, o a comprar toallas a Portugal. Me escurriré en un triste autobús entre señores desdentados y canosos y “marujas” de laca y permanente. ¡Qué divertido!
Me sentaré en algún parque a mirarles las piernas a las muchachas mientras ellas -indiferentes- hablan y ríen y sueñan. Ofreceré migas de pan duro a las palomas -las ratas del aire- y lanzaré algún que otro bostezo a la mañana, seguramente de domingo. Después volveré a casa cansado, como siempre, y caeré rendido a tu cintura, despacio, a sentir que estás, que eres. Seguramente nos miremos, como siempre -como nunca-, como dos viejos enamorados -el Amor es más fuerte que el Tiempo- y entre besos te diré: ¡Te quiero!”.
Miguel Ángel Rincón Peña
Quizá mientras nos dure la efímera juventud veamos eso de la vejez como algo lejano, como algo que nos parece que nunca llegará. Pero el tiempo pasa, nos vamos volviendo viejos -como decía aquella canción del gran Silvio Rodríguez- y nos damos cuenta de que se nos quedaron muchas cosas por hacer, mucho amor por entregar, muchas palabras que decir. Por eso, hay que aprovechar cada instante de nuestra vida en la medida de lo posible.
Hace un tiempo, y pensando en la vejez, escribí un pequeño poema con un cierto tono irónico que he adaptado para está columna:
“Cuando yo sea anciano me abstendré de utilizar azúcar en las comidas. Quizá tampoco pueda con la sal -ni con el lumbago-. Me prohibirán además el fumeteo y el alcohol y las grasas y sabrá dios cuánto más. ¡Malditos médicos!
Cuando yo sea anciano me apuntaré a unos de esos viajes, no sé, algún crucero por el Mediterráneo, o a visitar los monos de Gibraltar, o a comprar toallas a Portugal. Me escurriré en un triste autobús entre señores desdentados y canosos y “marujas” de laca y permanente. ¡Qué divertido!
Me sentaré en algún parque a mirarles las piernas a las muchachas mientras ellas -indiferentes- hablan y ríen y sueñan. Ofreceré migas de pan duro a las palomas -las ratas del aire- y lanzaré algún que otro bostezo a la mañana, seguramente de domingo. Después volveré a casa cansado, como siempre, y caeré rendido a tu cintura, despacio, a sentir que estás, que eres. Seguramente nos miremos, como siempre -como nunca-, como dos viejos enamorados -el Amor es más fuerte que el Tiempo- y entre besos te diré: ¡Te quiero!”.
Miguel Ángel Rincón Peña
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LAS RELACIONES HUMANAS
Hay veces que, casi sin querer, dos personas se conocen, quizá de vista en un principio, posiblemente se hayan saludado un par de veces, un par de miradas y poco más. Pero de repente, un buen día, esas dos personas se encuentran y deciden hablar, conocerse mejor, sin ningún tipo de pretensión, sin ninguna meta que no sea la de iniciar una amistad. Quizá esas dos personas puedan ser un hombre y una mujer. Seguro que les va sonando esta historia, seguro que alguna vez la han vivido -o les gustaría vivirla-.
Y es que las relaciones humanas son tan extrañas, tan complicadas que cuando empiezan nadie sabe con certeza cómo acabarán, si seguirán con esa incipiente amistad, si la relación se enfriará y poco a poco se congelará sin remisión, si acabará en enamoramiento apasionado, si sólo será sexo, si acabarán arrojándose los trastos a la cabeza, etc.
En tiempos como los nuestros, en que todo el mundo va con prisas buscando la rutina diaria, caminando con la mirada perdida o con la cabeza puesta en la crisis, que puedan suceder estas historias es bastante complicado. Pero yo creo que pese a todo, los humanos estamos conectados y es como si hubiera un hilo invisible que nos une, un imán que nos atrae. Eso se nota en cuanto se cruzan las miradas, es ahí donde ese imán imaginario cumple su función. Quizá debiéramos mirarnos más a menudo a los ojos y atrevernos a entablar algo tan natural -y tan necesario- como una relación.
Otros muchos prefieren relacionarse vía Internet. Yo, particularmente prefiero la cercanía, los olores, el tacto, las miradas. En Internet se hace todo más frío, más lejano, aunque sea una gran ayuda para seres tímidos o introvertidos, o simplemente que no dispongan de tiempo para permanecer juntos más de cinco minutos. ¡Ay, el tiempo!, cuánto daríamos algunas veces por tener más tiempo para las cosas que realmente nos interesan y nos son importantes. Ya me gustaría a mí parar el reloj más de una vez al día. ¿A ustedes no?
Miguel Ángel Rincón Peña
Y es que las relaciones humanas son tan extrañas, tan complicadas que cuando empiezan nadie sabe con certeza cómo acabarán, si seguirán con esa incipiente amistad, si la relación se enfriará y poco a poco se congelará sin remisión, si acabará en enamoramiento apasionado, si sólo será sexo, si acabarán arrojándose los trastos a la cabeza, etc.
En tiempos como los nuestros, en que todo el mundo va con prisas buscando la rutina diaria, caminando con la mirada perdida o con la cabeza puesta en la crisis, que puedan suceder estas historias es bastante complicado. Pero yo creo que pese a todo, los humanos estamos conectados y es como si hubiera un hilo invisible que nos une, un imán que nos atrae. Eso se nota en cuanto se cruzan las miradas, es ahí donde ese imán imaginario cumple su función. Quizá debiéramos mirarnos más a menudo a los ojos y atrevernos a entablar algo tan natural -y tan necesario- como una relación.
Otros muchos prefieren relacionarse vía Internet. Yo, particularmente prefiero la cercanía, los olores, el tacto, las miradas. En Internet se hace todo más frío, más lejano, aunque sea una gran ayuda para seres tímidos o introvertidos, o simplemente que no dispongan de tiempo para permanecer juntos más de cinco minutos. ¡Ay, el tiempo!, cuánto daríamos algunas veces por tener más tiempo para las cosas que realmente nos interesan y nos son importantes. Ya me gustaría a mí parar el reloj más de una vez al día. ¿A ustedes no?
Miguel Ángel Rincón Peña
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UNA PLAGA MÓVIL
Se han parado alguna vez a pensar qué sería de nuestras vidas sin el teléfono móvil. Qué sería de nosotros y de los nuestros sin llevar en el bolsillo o en el bolso ese pequeño artefacto. Un teléfono móvil no es tan sólo un aparato que sirve para llamar o para recibir llamadas, sino que es también una agenda, una cámara de fotos y de video, un reloj despertador, una calculadora científica, un videojuego, e incluso disponen de vibrador -afinen la imaginación para esto último-.
Son una auténtica plaga. Si pasean por el parque pueden observar a la gente jugueteando con el móvil, si van al cine seguro que podrán escuchar algún sonidito proveniente del móvil de algún despistado, si van en carretera también verán algún conductor que otro con el móvil en la oreja -otros irán hablando en “manos libres”-, si van al hospital, al bar, al campo de fútbol, a un concierto, etcétera, etcétera, seguramente habrá alguien haciendo uso de su móvil. Hay gente que hasta sentada en el retrete usa el móvil. Y que conste que soy completamente consciente de la importancia de este invento, pero tampoco hay que pasarse. En realidad a los que les va bien el invento es a las compañías de telefonía móvil, a esos sí les va la marcha y se inflan a ganar euros a costa de nuestra recién creada necesidad de comunicación y ocio inalámbrico.
Hace poco -sí, lo reconozco, yo también soy un pecador de la pradera- cambié de móvil y tiene tantas funciones que aún no sé cómo funcionan algunas de ellas -gracias desde aquí a Nieves por sus didácticas explicaciones-. Ese chisme del demonio por tener tiene hasta para navegar por internet y ver la televisión u oír los MP3, aunque eso sí, de vez en cuando se le va la cobertura, pero eso es lo de menos, mientras que la recupera puedo jugar una partida al trivial pursuit o escuchar a los Pink Floyd.
Oigan esto de los móviles da mucho de sí, ahora que estamos en carnavales, si me lee algún letrista chirigotero que se anime y le saque punta al asunto. Bueno, no sigo que me salgo de la columna y además me está sonando el móvil.
Miguel Ángel Rincón Peña.
Son una auténtica plaga. Si pasean por el parque pueden observar a la gente jugueteando con el móvil, si van al cine seguro que podrán escuchar algún sonidito proveniente del móvil de algún despistado, si van en carretera también verán algún conductor que otro con el móvil en la oreja -otros irán hablando en “manos libres”-, si van al hospital, al bar, al campo de fútbol, a un concierto, etcétera, etcétera, seguramente habrá alguien haciendo uso de su móvil. Hay gente que hasta sentada en el retrete usa el móvil. Y que conste que soy completamente consciente de la importancia de este invento, pero tampoco hay que pasarse. En realidad a los que les va bien el invento es a las compañías de telefonía móvil, a esos sí les va la marcha y se inflan a ganar euros a costa de nuestra recién creada necesidad de comunicación y ocio inalámbrico.
Hace poco -sí, lo reconozco, yo también soy un pecador de la pradera- cambié de móvil y tiene tantas funciones que aún no sé cómo funcionan algunas de ellas -gracias desde aquí a Nieves por sus didácticas explicaciones-. Ese chisme del demonio por tener tiene hasta para navegar por internet y ver la televisión u oír los MP3, aunque eso sí, de vez en cuando se le va la cobertura, pero eso es lo de menos, mientras que la recupera puedo jugar una partida al trivial pursuit o escuchar a los Pink Floyd.
Oigan esto de los móviles da mucho de sí, ahora que estamos en carnavales, si me lee algún letrista chirigotero que se anime y le saque punta al asunto. Bueno, no sigo que me salgo de la columna y además me está sonando el móvil.
Miguel Ángel Rincón Peña.
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HOSPITAL PÚBLICO
Todos tenemos nuestros propios problemas como para que nos llenen la cabeza con más, pensarán algunos, y aún más en estos tiempos de crisis. Que si la maldita hipoteca, que si la letra del coche, las subidas de los precios, el trabajo o en su defecto el creciente desempleo que padece el país y así todo un cúmulo de cosas.
Pero cuando nos referimos a la sanidad, debería de haber una lucecita dentro de nuestro cerebro que se nos encendiese y nos diera la señal de alarma. La salud, no hay duda, es algo verdaderamente importante en nuestras vidas. Para qué queremos dinero, para qué un buen coche o una buena casa, si no tenemos una buena salud. Y como con la salud no se juega, existe una plataforma ciudadana en la sierra de Cádiz que está exigiendo a las autoridades competentes una mejor calidad en la asistencia sanitaria para las 100.000 personas aproximadamente que componen la comarca y que tienen como hospital referente el de Villamartín, propiedad de la empresa José Manuel Pascual Pascual.
Hace unas pocas semanas, un servidor tuvo que estar de acompañante en dicho hospital durante casi un mes, en ese espacio de tiempo pude comprobar las muchas carencias y la multitud de problemas que tiene el hospital “Virgen de las Montañas”. Por poner algunos ejemplos, este hospital carece de diálisis, de neurólogo, de cardiólogo y de varios especialistas más. Estas insuficiencias fueron denunciadas hasta por el Defensor del Pueblo Andaluz.
Debido a la fama, no precisamente buena, que tiene este centro hospitalario, mucha gente prefiere hacer unos kilómetros más y desplazarse a los hospitales de Jerez o de Ronda, con todas las molestias y gastos que esto supone.
Yo que siempre he defendido lo público, y más aún si se refiere a algo tan esencial como la sanidad, creo que la consejería de salud debería plantearse muy seriamente el convertir este hospital privado y concertado en público. Con ello todos saldríamos ganando, tanto los trabajadores, que tendrían mejores condiciones laborales, como los usuarios, que se beneficiarían de una mejor calidad sanitaria.
El sistema público de la Seguridad Social de Andalucía es un referente nacional e internacional, por eso tenemos que reivindicar un hospital público para la sierra de Cádiz, porque tenemos el mismo derecho a tenerlo que las demás comarcas.
Miguel Ángel Rincón Peña
Pero cuando nos referimos a la sanidad, debería de haber una lucecita dentro de nuestro cerebro que se nos encendiese y nos diera la señal de alarma. La salud, no hay duda, es algo verdaderamente importante en nuestras vidas. Para qué queremos dinero, para qué un buen coche o una buena casa, si no tenemos una buena salud. Y como con la salud no se juega, existe una plataforma ciudadana en la sierra de Cádiz que está exigiendo a las autoridades competentes una mejor calidad en la asistencia sanitaria para las 100.000 personas aproximadamente que componen la comarca y que tienen como hospital referente el de Villamartín, propiedad de la empresa José Manuel Pascual Pascual.
Hace unas pocas semanas, un servidor tuvo que estar de acompañante en dicho hospital durante casi un mes, en ese espacio de tiempo pude comprobar las muchas carencias y la multitud de problemas que tiene el hospital “Virgen de las Montañas”. Por poner algunos ejemplos, este hospital carece de diálisis, de neurólogo, de cardiólogo y de varios especialistas más. Estas insuficiencias fueron denunciadas hasta por el Defensor del Pueblo Andaluz.
Debido a la fama, no precisamente buena, que tiene este centro hospitalario, mucha gente prefiere hacer unos kilómetros más y desplazarse a los hospitales de Jerez o de Ronda, con todas las molestias y gastos que esto supone.
Yo que siempre he defendido lo público, y más aún si se refiere a algo tan esencial como la sanidad, creo que la consejería de salud debería plantearse muy seriamente el convertir este hospital privado y concertado en público. Con ello todos saldríamos ganando, tanto los trabajadores, que tendrían mejores condiciones laborales, como los usuarios, que se beneficiarían de una mejor calidad sanitaria.
El sistema público de la Seguridad Social de Andalucía es un referente nacional e internacional, por eso tenemos que reivindicar un hospital público para la sierra de Cádiz, porque tenemos el mismo derecho a tenerlo que las demás comarcas.
Miguel Ángel Rincón Peña
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