5 may 2011

OBAMA VS OSAMA

Hace tiempo que dejé de sorprenderme de lo que cuentan y trapichean en la televisión, pero el otro día llegué a casa y encendí la caja tonta para ver cuántas mentiras eran capaz de contarme los informativos en el tiempo que dura el almuerzo. Nada más ponerla pude leer el titular “Bin Laden ha muerto”.
Me quedé con la cuchara a medio camino, entre el plato y mi boca, así hasta que la periodista terminó de dar la información sobre la acción que el ejercito de los EEUU había llevado a cabo en Pakistán. Luego, cambié de canal varias veces para ver la noticia de nuevo y, efectivamente, todos los informativos abrían con el mismo titular: EEUU da muerte a Bin Laden, el terrorista más buscado del mundo.

Al parecer, cuatro helicópteros de los comandos especiales de la Marina estadounidense, aparecieron en el cielo de un acomodado barrio de Abotagad (Pakistán), provocando un tiroteo, en el que murieron otras cuatro personas, dos mensajeros, uno de sus hijos y una de las esposas de Bin Laden. En el momento del ataque se ha demostrado que Bin Laden estaba desarmado.
Tras hacer pública esta noticia, todos los políticos estadounidenses se felicitaban del gran éxito de la operación. En los informativos salen ahora imágenes de ciudadanos en la zona cero de Nueva York gritando y riendo de felicidad, ondeando banderas nacionales.

Esa es la gran democracia de los Estados Unidos de América, una democracia que se permite enviar comandos del ejercito a un país extranjero (Pakistán) para intervenir militarmente, atacar un edificio determinado, asesinar a cinco personas y herir a otras tantas.
El gobierno de Barak Obama (premio Nóbel de la Paz) ha actuado como en el Far West, creyéndose el Sheriff mundial. Los EEUU se ponen a la misma altura de Bin Laden, pues han actuado igual que él. Con diferentes métodos, pero terrorismo al fin y al cabo. De todas formas, a mi me crea muchas dudas eso de que hayan tirado el cadáver al mar, o lo del fotomontaje del cuerpo muerto de Bin Laden. En fin, esperemos que esta acción no tengamos que pagarla en un futuro con sangre inocente.

Miguel Ángel Rincón Peña