La Organización de las Naciones Unidas, más conocida como la ONU (la cual, últimamente sirve para bastante poco, todo sea dicho), acaba de declarar el estado de hambruna en Somalia. Alrededor de tres millones de somalíes son víctimas del hambre.
Dicha emergencia es fruto de varias circunstancias. Por un lado, la peor sequía que ha golpeado el país en los últimos 60 años, por otro, el largo conflicto armado que vienen soportando y por último, el abandono que sufren por parte de Occidente.
Mientras que nosotros nos quejamos de nuestra crisis, del paro y de otros muchos problemas, en África uno de cada tres niños está muriendo de hambre. Mientras que en nuestro país, los banqueros usureros se quejan de que están ganando menos de lo que ganaban antes, en Somalia se viene registrando una de las tasas de malnutrición más altas del mundo.
Pero los problemas alimentarios no sólo afectan a Somalia, también a sus países vecinos, como Kenia, Uganda, Etiopía y Djibouti. Al menos 50.000 niños están expuestos al peligro de muerte en la zona conocida como el Cuerno de África por la hambruna.
Como a los medios de comunicación occidentales les gusta tanto eso de poner nombres y titulares vistosos, ya han bautizado a dicha región con el triste apodo de triangulo de la muerte.
Tendríamos que examinar nuestra conciencia ante todas estas catástrofes que ocurren a diario en nuestro planeta. Y ya no vale la manida excusa del “pero yo qué puedo hacer”, sin duda, hay muchas cosas que se pueden realizar, recolectas, voluntariado, ejercer presión sobre las autoridades “competentes“, campañas informativas, etc. Cualquier cosa menos quedarnos sentados viendo por la tele como a los somalíes se los comen las moscas y mueren de hambre. Que sí, que nosotros también lo estamos pasando mal, pero en el bolsillo no nos falta el tabaco, la cervecita en el bar, o el eurito para el periódico. Que cada cual aporte según sus posibilidades, pero algo habrá que hacer para remediar estas injusticias, y ya que los Estados no lo hacen, los Pueblos deben de dar ejemplo.
Miguel Ángel Rincón Peña
Dicha emergencia es fruto de varias circunstancias. Por un lado, la peor sequía que ha golpeado el país en los últimos 60 años, por otro, el largo conflicto armado que vienen soportando y por último, el abandono que sufren por parte de Occidente.
Mientras que nosotros nos quejamos de nuestra crisis, del paro y de otros muchos problemas, en África uno de cada tres niños está muriendo de hambre. Mientras que en nuestro país, los banqueros usureros se quejan de que están ganando menos de lo que ganaban antes, en Somalia se viene registrando una de las tasas de malnutrición más altas del mundo.
Pero los problemas alimentarios no sólo afectan a Somalia, también a sus países vecinos, como Kenia, Uganda, Etiopía y Djibouti. Al menos 50.000 niños están expuestos al peligro de muerte en la zona conocida como el Cuerno de África por la hambruna.
Como a los medios de comunicación occidentales les gusta tanto eso de poner nombres y titulares vistosos, ya han bautizado a dicha región con el triste apodo de triangulo de la muerte.
Tendríamos que examinar nuestra conciencia ante todas estas catástrofes que ocurren a diario en nuestro planeta. Y ya no vale la manida excusa del “pero yo qué puedo hacer”, sin duda, hay muchas cosas que se pueden realizar, recolectas, voluntariado, ejercer presión sobre las autoridades “competentes“, campañas informativas, etc. Cualquier cosa menos quedarnos sentados viendo por la tele como a los somalíes se los comen las moscas y mueren de hambre. Que sí, que nosotros también lo estamos pasando mal, pero en el bolsillo no nos falta el tabaco, la cervecita en el bar, o el eurito para el periódico. Que cada cual aporte según sus posibilidades, pero algo habrá que hacer para remediar estas injusticias, y ya que los Estados no lo hacen, los Pueblos deben de dar ejemplo.
Miguel Ángel Rincón Peña