28 ene 2010

HAITÍ

El problema de Haití no es nuevo. Antes del terremoto, Haití era el más pobre de América, ocupando el lugar 155 de entre 177 en el listado del índice de Desarrollo Humano de la ONU, y nadie decía nada porque ese país no estaba de moda, como lo está ahora. Es una pena que tenga que suceder una gran desgracia natural en un país pobre para que Occidente le preste un poquito de atención y ayuda. Ahora todos nos acordamos del país destruido y sumido en la miseria. Qué generosos somos.

Saben ustedes que antes del terremoto, la esperanza de vida en Haití era de 52 años y la mortalidad infantil de un 77 por mil, una de las más altas del mundo. El 75% de la población vivía con menos de 2 dólares y más del 50% con menos de 1 dólar al día. ¿Dónde estaba entonces la solidaridad, las ONG,s, etc.? Los gobiernos occidentales que ahora ofrecen su ayuda, hace menos de un mes le exigían a Haití el cobro de una deuda externa que asciende a más de 1.800 millones de dolares.
Hay que ayudar a ese país, por ejemplo, condonando esa deuda externa, para que una vez recuperado de la catastrofe pueda progresar sin limitaciones, en vez de verse abocado al estancamiento y al endeudamiento económico de por vida. Pero eso es mucho pedir a un sistema tan ambicioso e injusto como el Capitalista. Qué razón tiene mi amigo Kalvellido en una de sus últimas viñetas: “Y dicen que tardarán diez años en reconstruir Haití para dejarlo como estaba antes”.
Es una vergüenza y una injusticia, tanta como que los EEUU del flamante premio Nóbel de la Paz, envíe militares a Haití, mientras, por ejemplo, Cuba manda médicos y material sanitario.
A mi me parece indignante que se ocupe militarmente un país destruido e indefenso con la excusa de la falta de seguridad. Los militares estadounidenses controlan ya todo el país caribeño. Haití necesita ayuda humanitaria, no una invasión militar.

Al final, como pasa siempre, los que sufren son los pobres a los que se les ha caído todo un país encima, los que pasan hambre, sed, frío, son siempre los mismos. Esos, que aún no comprenden que para poder salir en todos los informativos de la tele y en los periódicos y para que los países ricos les ayuden, les tiene que temblar la tierra bajo sus píes y hacerlos añicos.

Miguel Ángel Rincón Peña