En muchas ocasiones, las autoridades “competentes” realizan acciones totalmente fuera de lugar y que van en detrimento del Pueblo al que, supuestamente, sirven. Ese es el tema que nos ocupa esta semana, el caso del desalojo del edificio Valcárcel, en la Tacita de Plata.
Este miércoles, sin previo aviso, la Policía Nacional procedió al desalojo haciendo gala de su depurada técnica, dañando seriamente el portón de un edificio catalogado como Bien de Interés Cultural. Seguramente a los miembros del Cuerpo de la Policía Nacional Española, se la traiga al fresco lo del Bien de Interés Cultural.
Valcárcel Recuperado llevaba unos seis meses realizando un trabajo extraordinario en Cádiz, actualmente, el proyecto alberga docenas de talleres, la Universidad Libre, la Biblioteca “Fernando Quiñones”, el Museo del Carnaval, la oficina de ocupación, el Aula del Mar de Cádiz, numerosos locales de ensayos para agrupaciones carnavalescas y grupos de Rock, la Escuela de Batucada, Gimnasio y Deportes, Teatro, Danza, Aula de idiomas, Sala de estudios, Sala de masajes y acupuntura, Escuela de guitarra flamenca, etc., y ha dado cabida a innumerables actividades (presentaciones de libros, recitales de poesía, mesas redondas, conferencias, ciclos de cine, congresos de abogados, encuentro de pescadores, comedores populares, actuaciones de carnaval…) todo ello totalmente gratuito. Ya se sabe que el Poder está en contra de que las personas se organicen en torno a un proyecto alternativo que les haga pensar y sentirse libres.
Es una paradoja que el año que se celebra en Cádiz, a bombo y platillo, el Bicentenario de la 1ª Constitución española de 1812 (La Pepa), la cual nos la venden como un principio de Democracia y Libertad, se mande a la Policía el desalojo de un edificio gestionado en libertad y democracia por el Pueblo gaditano. Eso es, sin duda alguna, síntoma de la mala salud de nuestra democracia y de la hipocresía de una casta política sin escrúpulos, que antepone los intereses especulativos entre la Diputación de Cádiz y la empresa Zaragoza Urbana.
En todos los pueblos y ciudades debería existir un Valcárcel Recuperado donde la Cultura sea por y para el Pueblo.
Este miércoles, sin previo aviso, la Policía Nacional procedió al desalojo haciendo gala de su depurada técnica, dañando seriamente el portón de un edificio catalogado como Bien de Interés Cultural. Seguramente a los miembros del Cuerpo de la Policía Nacional Española, se la traiga al fresco lo del Bien de Interés Cultural.
Valcárcel Recuperado llevaba unos seis meses realizando un trabajo extraordinario en Cádiz, actualmente, el proyecto alberga docenas de talleres, la Universidad Libre, la Biblioteca “Fernando Quiñones”, el Museo del Carnaval, la oficina de ocupación, el Aula del Mar de Cádiz, numerosos locales de ensayos para agrupaciones carnavalescas y grupos de Rock, la Escuela de Batucada, Gimnasio y Deportes, Teatro, Danza, Aula de idiomas, Sala de estudios, Sala de masajes y acupuntura, Escuela de guitarra flamenca, etc., y ha dado cabida a innumerables actividades (presentaciones de libros, recitales de poesía, mesas redondas, conferencias, ciclos de cine, congresos de abogados, encuentro de pescadores, comedores populares, actuaciones de carnaval…) todo ello totalmente gratuito. Ya se sabe que el Poder está en contra de que las personas se organicen en torno a un proyecto alternativo que les haga pensar y sentirse libres.
Es una paradoja que el año que se celebra en Cádiz, a bombo y platillo, el Bicentenario de la 1ª Constitución española de 1812 (La Pepa), la cual nos la venden como un principio de Democracia y Libertad, se mande a la Policía el desalojo de un edificio gestionado en libertad y democracia por el Pueblo gaditano. Eso es, sin duda alguna, síntoma de la mala salud de nuestra democracia y de la hipocresía de una casta política sin escrúpulos, que antepone los intereses especulativos entre la Diputación de Cádiz y la empresa Zaragoza Urbana.
En todos los pueblos y ciudades debería existir un Valcárcel Recuperado donde la Cultura sea por y para el Pueblo.
Miguel Ángel Rincón Peña
