En esta época veraniega, se suceden una tras otra las ferias en los diferentes pueblos de nuestra provincia. Este pasado fin de semana estuve en la Velada del Carmen, en Prado del Rey, y me llamó mucho la atención la cantidad de niños que había por las calles jugando con pistolas, escopetas, espadas y puñales de plástico. Entonces me fijé en los puestos de juguetes y estaban todos plagados de pistolitas, y demás juguetes bélicos.
Como se podrán imaginar, la responsabilidad recae sobre los padres que son los que les compran dichos juguetes. Estoy seguro que la mayoría de estos padres lo hacen sin caer en la cuenta que deberían enseñar a sus hijos unos valores pacifistas en vez de ponerles en las manos un juguete para que imite a John Wayne.
Muchos padres quizás desconozcan que la Convención de Derechos del Niño de las Naciones Unidas reconoce que la educación y la formación del menor debe estar encaminada a inculcar al niño el respeto de los Derechos Humanos y las Libertades Fundamentales.
Sin embargo, bien es cierto que no existe ningún estudio que verifique que este tipo de juegos incurre directamente sobre el carácter y la personalidad de los niños. En todo caso el discurso en contra de los juguetes violentos o bélicos, se basa en intentar evitar que los niños se habitúen y familiaricen con algunos de los valores más negativos de nuestra sociedad, como sería por ejemplo, la violencia como sistema de solución de conflictos, la venganza, las armas como imagen de poder, etc.
Ya sabemos que el juego, junto a la nutrición, la salud, la protección y la educación, es primordial para desarrollar el potencial de los niños. El juego tiene que ser instintivo, espontáneo, abierto, natural y exploratorio. El juego es sin duda comunicación y expresión. Hay que fomentar juegos y juguetes no violentos, no sexistas, para que los niños (que serán los hombres y mujeres del mañana) no crean que la guerra puede ser un juego. Aún recuerdo con indignación aquellas imágenes de niños jugando con armas reales en unas jornadas de puertas abiertas del Ejercito español, lo vi en un periódico y lo primero que se me vino a la cabeza fue: “no me extraña que el mundo esté como está”.
Miguel Ángel Rincón Peña