Esta semana ha muerto Shakira. No, la cantante no. Shakira era una niña de 7 años de edad, gravemente enferma por un tumor cerebral y que vivía en el poblado chabolista de Puerta de Hierro. Esta niña, mientras el tumor le iba robando la vida, sufrió dos desalojos en un año y tuvo que vivir durante dos meses en una furgoneta con sus padres. Esa es la España del siglo XXI. Esa es la marca España. Qué clase de sistema tenemos en este país que desprotege a los más débiles, a los más empobrecidos y protege a los grandes chorizos y a las grandes fortunas. Prueba de este injusto sistema está en que ni un banquero ha pisado aún la cárcel por las estafas y la ruina que han generado. Está claro que en España hay dos varas de medir, y si no, que se lo digan a los Borbones. El último despropósito ha sido el de Hacienda y el trato de favor a la Infanta Cristina. Una auténtica vergüenza que pone de nuevo en evidencia que vivimos en una dictadura del Capital.
Por más que le pese a algunos, en España no se cumple con la Constitución, la Justicia no es ciega ni sorda y mucho menos independiente, la represión contra los movimientos ciudadanos crece alarmantemente, tanto Amnistía Internacional, la ONU y la Comisión Europea han denunciado reiteradamente que en España se practica la tortura, hace tan sólo unos días la Asociación Pro Derechos Humanos de Andalucía (APDHA), la Federación Enlace y la asociación de juristas 17 de Marzo denunciaron que Andalucía registró el año pasado 42 situaciones que afectaron a un total de 97 ciudadanos, de tortura, maltrato o brutalidad policial. La violencia política, policial y mediática que los ciudadanos vienen padeciendo de un tiempo a esta parte, es solamente el síntoma evidente de que este sistema capitalista está podrido y apesta.
Hay que luchar por un mundo más justo e igualitario, en el cual, niñas como Shakira tengan una infancia digna y no mueran en la miseria, un mundo donde no haya sitio para especuladores, explotadores y corruptos.
Sí, ya lo sé, muchos me llamarán demagogo por escribir esto, y es que, últimamente, se ha puesto muy de moda llamar demagogo a quienes creen que otro mundo es posible. Yo sigo pensando que para salir de la crisis existe la vía social. Intentémoslo al menos, ya no por nosotros, sino por nuestros hijos.