Hace tan sólo unas semanas que descubrí lo que eran los “chemtrails”. Ese raro anglicismo que viene a decir que nos están fumigando aérea y clandestinamente.
Según los seguidores de esa teoría, nuestros cielos parecen estar siendo utilizados como plataforma de ensayo en el marco de operaciones militares secretas, como la geoingeniería, para controlar y “poseer” el clima terrestre. La fumigación aérea clandestina con compuestos químicos está orientada presuntamente a “gestionar la radiación solar” con la excusa de combatir el cambio climático, y se lleva a cabo sin el conocimiento ni el consentimiento de la ciudadanía. Hablé hace unos días con un meteorólogo que me comentaba que los primeros datos llegaron de Estados Unidos. Cientos de personas en las supuestas zonas fumigadas, vieron cómo morían sus plantas, por lo que procedieron a analizar la tierra y el agua para encontrar una respuesta. Los resultados arrojaban dosis inusuales de metales pesados miles de veces superiores a los parámetros de referencia.
El de las supuestas fumigaciones clandestinas es un tema polémico y delicado, cada vez que alguien habla sobre esta teoría y expone datos, de inmediato se le echan encima los escépticos a modo inquisitorial. Yo lo he comprobado en mis carnes hace pocos días. A veces, cuando no estoy seguro de escribir sobre un determinado tema, hago referencia a él en las redes sociales, para saber si interesa o no.
Con el de las fumigaciones comprobé que interesa y mucho, tanto por un lado como por el otro.
Yo ni creo ni dejo de creer en que nos estén fumigando, pero llevo ya unas 6 fotos de cielos de la sierra de Cádiz en los cuales se puede observar los rastros de algo que se asemeja muchísimo a una fumigación aérea. Esas fotos se las hice llegar a expertos en “chemtrails” y me afirmaron que eran restos de esas fumigaciones clandestinas. También se las envié a profesionales escépticos, aunque aún no me han respondido.
Sea cómo sea, si a ustedes, que leen esto, les interesa el tema, no duden en buscar información sobre este “fenómeno”, desde la objetividad y el razonamiento, pero con la mente abierta y sin dogmatismos.
Miguel Ángel Rincón Peña