Y allí estábamos de nuevo, en aquella sala de visitas, mi amigo Antonio,
la doctora Jarava y yo. Antonio empezó a contarnos, esta vez más calmadamente,
lo que al parecer, estaba sucediendo en El Bosque.
Una tarde cualquiera del pasado mes de noviembre, Antonio, salió de
casa camino al río Majaceite. Fue paseando junto al cauce, adentrándose poco a
poco en el bosque. Estuvo recordando aquella noche en la que siendo un niño, se
perdió en aquel mismo lugar. Hacía mucho que no pasaba por allí, pero estaba
todo tal y como él lo recordaba. Decidió seguir andando y casi sin darse cuenta,
llegó a una parte del bosque donde estaba prohibida la entrada. Había un
pequeño puente de hierro y frente a éste, una valla de madera con una pequeña
puerta que impedía el paso. Una vieja chapa oxidada advertía a los caminantes
que no se podía seguir. Antonio no recordaba aquel lugar, así que saltó la
valla y haciendo caso a su curiosidad, penetró dentro de aquella propiedad
privada. Entre la verde hierba se abría paso un caminito que conducía a un
viejo caserío bastante deteriorado. La tarde estaba tomando el típico color
rojizo, anunciando así que la noche andaba cerca. Mi amigo pensó en volver
atrás y regresar a casa, pero sin saber bien cómo, se vio junto a la puerta del
caserío. Parecía entreabierta, empujó con un dedo y comprobó que no estaba
cerrada. El rechinar de las bisagras daba a entender que la casa había sido abandonada
hacía mucho tiempo. Antonio pasó al interior, preguntando en voz alta si había
alguien allí, a lo cual sólo obtuvo la escandalosa respuesta del revoloteo de
algunas palomas que salieron huyendo por las ventanas rotas.
Dentro había una mesa, un par de sillas, una estantería vacía y una
chimenea. Todo allí estaba lleno de polvo. Antonio repasó la estancia con la
mirada y observó que en una esquinita donde apenas llegaba la luz, había una
pequeña alacena, se acercó y abrió las dos puertas de par en par. Aquello no
era una alacena, en aquel hueco había un angosto y oscuro túnel.
¿Adónde iría a dar, quién construiría un túnel allí y para qué?
¿Quiénes serían los dueños de aquella casa? Todas estas preguntas y algunas
dudas más, pasaron por la mente de Antonio en aquel momento.
Miguel Ángel Rincón Peña
¿Has perdido el hilo del cuento? En este enlace lo podrás leer completo hasta el capítulo 17 y con fotos ilustrativas: http://cuentosenelequipaje.blogspot.com.es/2012/12/feericos.html