23 may 2013

FEÉRICOS #19

Todo estaba oscuro allí dentro. Llevaba unos 20 metros cuando empezó a escuchar ruido. Apagó el mechero y pudo ver un punto de luz a lo lejos. El túnel se hacía cada vez más angosto, Antonio casi no podía avanzar de rodillas, así que decidió seguir reptando hacia la luz. Tardó un buen rato en llegar al final del túnel, pero cuando llegó, aletargado por la falta de oxígeno, se inclinó sobre el borde y observó un gran páramo desierto. Todo era gris. Tanto se inclinó para poder ver mejor aquel paisaje que se desplomó sobre unas rocas. Según él, estaría una media hora sin conocimiento. Sólo recuerda que cuando despertó estaba atado a una silla en el salón del viejo caserío. Al mirar al frente se encontró con un extraño ser, no sabía definirlo bien, pero tenía el aspecto de un duende harapiento con cara de pocos amigos. Antonio estaba seguro que aquel ser se metió en su mente, lo hipnotizó con la mirada y de repente empezó a retorcerse de dolor, no un dolor físico, sino algo complicado de explicar, un sufrimiento interno, del alma. Fue como padecer los efectos de una depresión pero multiplicados por cien. Antonio se desmayó. 
Cuando volvió en sí, estaba tendido a las puertas de su casa. Días después de aquella experiencia, empezó a comportarse de una manera muy extraña. Por la noche, tenía pesadillas, veía la cara de aquel duende amenazándolo. Por el día, se dedicaba a dibujar aquellas visiones nocturnas, hasta el punto de enloquecer. Luego todo fue confuso, no recordaba cuando lo ingresaron en el hospital, sólo sabía que de repente se vio sujeto a una cama y sin saber qué estaba pasando. 
Transcurrían los días y seguían las pesadillas, aunque con menos intensidad por el efecto de los sedantes. Hasta que una noche, después de una de las visitas, soñó con las hadas del bosque, fue el mejor sueño que haya tenido nunca. La misma sílfide que cuando era un niño lo salvó de morir en el bosque, le habló, y le explicó que Gremilon, el maligno duende que le atacó, era un ser del inframundo, pero la potente magia que entre todo el pueblo feérico proyectaron sobre Gremilon acabó con él, pues era una amenaza para los habitantes mágicos del bosque y también para los humanos. Desde aquel momento desaparecieron todas sus pesadillas.
FIN. 
Miguel Ángel Rincón Peña