A Miguel Beltrán "Barry".
Suena un piano
al fondo del bar.
Las notas se mezclan
con el murmullo de la gente.
El pianista toca
y mira de reojo
el escote de la camarera.
Luego observa en silencio
al borracho que no calla,
a las copas de la barra
y a la puerta de salida.
Sus dedos se desplazan
de memoria por las teclas
de aquel viejo piano.
Cuántas manos lo habrán tocado.
A cuántos habrá hecho feliz
con su sonido melancólico…
Llegó la hora de cerrar.
El pianista apura su güisqui,
levanta el cuello de su chaqueta
y se aleja por la oscura calle
otra noche más.
Miguel Ángel Rincón Peña