
Ocaña murió de la misma forma que vivió su pintoresca vida. Volvió a Cantillana, para visitar a su familia y celebrar las fiestas de carnaval. Pérez Ocaña confeccionó un disfraz de Sol, con papel, tela y bengalas que desafortunadamente se quemó, produciéndole unas quemaduras mortales.
Después de su muerte se han organizado exposiciones, producido películas y documentales, y publicaciones en torno a su vida y obra. Trabajos encomiables de grandes artistas, profesionales y autores que han puesto en valor su trayectoria.
Desde hace unos meses, un buen grupo de intelectuales, junto a la cooperativa Atrapasueños, están promoviendo la creación de un espacio expositivo permanente para uno de los artistas más singulares y geniales que han nacido en Andalucía. Ese manifiesto, del cual he tomado la información para escribir este artículo, lleva por nombre, “Un lugar para el pintor Ocaña”.
Yo conocí a Ocaña gracias a un poema de mi amigo y poeta Juan Manuel Alcedo. Él fue quién, por medio de sus versos, me presentó a Juan Pérez Ocaña, y a partir de ahí investigué y me sorprendí gratamente con su vida y su obra. Aquella poesía llevaba por título “Te fuiste con el Sol”, y la voy a reproducir a continuación para que, si no conocían a Ocaña, sea mi primo Juan Manuel el que se lo presente:
“Tú, luz en la oscuridad/ de un tiempo, en una nación/ de misa y comunión,/ devota a la autoridad,/ banderas y falsedad. Tú, aire renovado/ en un moribundo estado/ en donde la voz alzaste,/ con valor te rebelaste/ dignificando el pecado. Tú, diablo controvertido,/ nos dejaste tu legado/ aun cuando estés olvidado./ Siempre huiste del balido,/ libre loco travestido. Más, no es cosa que extraña/ pues es normal en España/ lapidar al diferente/ que provoca con la mente./ Por eso me gusta Ocaña.”
Miguel Ángel Rincón Peña.