30 jun 2010

PLATERO Y YO

Esta mañana me levanté medio depresivo, estoy ya en el periodo de vacaciones y en vez de alegrarme, me pongo depre. ¡No hay quién me entienda!
En fin, como decía, me levanté triste, abrí la ventana y dejé entrar la luz brillante de la mañana. Me senté y encendí el ordenador, después de pasar por la ducha y por la cocina. Empecé a navegar, con la mano derecha en el ratón y la izquierda sujetando la tostada con manteca “colorá” que me estaba metiendo entre pecho y espalda. Entre tanto iba leyendo los titulares de la prensa nacional. Mis ganas de arrojarme por la primera ventana que encontrase abierta iban creciendo con cada nueva noticia que leía, así que decidí cerrar la página de los diarios y abrir el correo, a ver quién me ha escrito hoy, pensé. Un par de mensajes basuras (o spam que le dicen ahora), otro par de correos de esos en cadena que ya ni los abres porque sabes que son una gilipollez hechos por y para perder el tiempo y, por fin, un correo interesante y que sin duda me alegró el día, me lo enviaba mi antiguo maestro Don Antonio Ramos, y en el asunto: “Platero y yo“. Y yo sabía por qué me lo enviaba.
Recuerdo cuando un servidor cursaba 5º y él era mi maestro. Recuerdo que le comenté que me habían regalado un libro de Juan Ramón Jiménez, llamado Platero y yo. Entonces Don Antonio me pidió que se lo prestara para leerlo en clase. Recuerdo que todas las tardes (antes también había clases por la tarde) sobre las cuatro, nos leía un capítulo de dicho libro. Yo estaba sentado en un pupitre junto al ventanal y me encantaba escuchar las aventuras del poeta y de aquel burrito pequeño, peludo, suave: tan blando por fuera que se diría todo de algodón. Me gustaba aquel silencio de la tarde lenta, y si llovía fuera, mucho mejor, pues el sonido de la lluvia creaba un ambiente idóneo. Todo era perfecto.
A partir de entonces, nunca más abandonaría aquel libro, aún lo tengo en mi estantería como recuerdo imborrable de mi infancia, de aquel colegio y de mi maestro, que ahora, en estos tiempos, en vez de leerme el libro, me lo envía vía e-mail. ¡Cómo cambian los tiempos!

Miguel Ángel Rincón Peña

16 jun 2010

HÉROE O BANDIDO

El pasado domingo fui, como es habitual en mí, al cine. En esa ocasión me decidí a ver la película dirigida por Ridley Scott y protagonizada por Russell Crowe y Cate Blanchett. Hablo de Robin Hood. El héroe inglés que junto a sus compañeros robaba a los ricos para dárselo a los pobres.

Viendo la película, le comenté a mi acompañante que Robin Hood tiene cierto parecido, salvando todas las distancias, con otro héroe mucho más cercano a nosotros. Un hombre llamado José María Hinojosa Cobacho, más conocido por el sobrenombre de “El Tempranillo”. Este Cordobés, jornalero desde niño al igual que sus padres y abuelos, se cansó de que los señoritos y ricachones se aprovecharan de él y de los que como él, tuvieron la mala suerte de nacer pobres.

Sierra Morena le sirvió de abrigo cuando con 15 años se hizo bandolero. A los 18 creó su propia banda y se especializó en asaltos a carruajes y diligencias, sobre todo de la Hacienda del Reino del rey Fernando VII. El Tempranillo se ganó el calificativo de "el bandido bueno", ya que era capaz de repartir más dinero a sus compañeros que a él mismo y si un pueblo estaba en situación precaria, él daba grandes sumas de dinero. También solía ayudar a gente pobre. Fue un auténtico azote de los latifundistas y de los caciques andaluces. Pero no todo en la vida de José María fue aventura y violencia. También hubo amor. Se casó con María Jerónima, una joven y bella gaditana que le robó el corazón, quedando embarazada del famoso bandolero. Pero duraría poco la dicha. En un cortijo de Grazalema, en una emboscada de los Migueletes, justo en el momento del parto, María Jerónima murió, dejando al recién nacido en los brazos de su padre, el cual pudo escapar del tiroteo con el pequeño a caballo. Se forjaba aún más la leyenda del Tempranillo, un hombre perseguido y acosado por la ley el cual terminaría sus días asesinado por otro bandolero. Una vida de película que bien podría ser llevada al cine como superproducción, al estilo de Robin Hood. Pero ya se sabe, esto no es Hollywood.

Termino con una coplilla que recorría Andalucía: Por la Sierra Morena va una “partía” y el capitán se llama José María. ¿Quién diría que rey manda en España?, ¿quién lo diría? Cuando en la sierra manda José María.

Miguel Ángel Rincón Peña

9 jun 2010

ASAMBLEAS DE PARADOS

En estos tiempos inciertos y confusos, en los que el Partido Popular, en palabras de Cospedal, dice defender los derechos de los trabajadores, en los que la huelga de funcionarios del pasado día 8 fue un fracaso ganado a pulso por los sindicatos mayoritarios, en estos tiempos en los que el Eurogrupo exige a Zapatero que prepare aún más medidas de ajuste, en los que una reforma laboral se nos viene encima…
En estos tiempos en que el desempleo se traduce en más de cuatro millones de parados, por fin parece que la gente se está uniendo. Cada vez son más las noticias que nos llegan de la unión de trabajadores desempleados que se constituyen en las llamadas Asambleas de parados. Todo un ejemplo de reivindicación, de lucha y de dignidad.
Tuve la suerte que asistir a una de las reuniones que una de estas asambleas hizo para informar sobre sus actividades. Una treintena de personas desempleadas decidieron dar un importante paso y organizarse para defender sus derechos, ya que los sindicatos y partidos políticos son incapaces de hacerlo. Es lo que se llama, la acción directa.
Aunque cada vez son más las personas que se organizan en estas asambleas, aún falta mucho camino por recorrer hasta concienciar a las demás, esas que, estando desempleadas, siguen sentadas en el sillón, cobrando las ayudas del Estado y viendo la tele. Coincido con los asamblearios cuando afirman que ya está bien de indiferencia, que es hora de decirle al gobierno local, a la Junta y al gobierno central que tras los datos del paro no hay números sino personas y que esas personas reivindican algo tan fundamental como el derecho al trabajo y a un sueldo digno con el que poder vivir.
Seguramente, el próximo viernes, día 11, se nos pasé el disgusto de la crisis, porque comienza el tan esperado Mundial de Fútbol 2010 de Sudáfrica. Un espectáculo que seguiremos pegados a las pantallas, animando hasta quedar sin voz a una selección de jóvenes millonarios que se dedican a pegar patadas a una pelota de cuero con la finalidad de colarla entre tres palos y una red. Paradojas de la vida.

Miguel Ángel Rincón Peña

2 jun 2010

EUROVISIÓN

Como ya se habrán enterado, otro año que España hace el ridículo en Eurovisión, y van ya…
En esta ocasión, Daniel Diges, ha quedado en la posición decimoquinta. Es un puesto ridículo pero como resulta que en otros años pasados se ha quedado muchísimo peor y que en esta edición se coló un espontáneo cuando cantaba el español, se ha disimulado un poco el fracaso eurovisivo. A mi modo de ver, España presentó más de lo mismo, una canción de lo más “ñoña” interpretada por un cantante no menos “ñoño”.
Como imaginaran, a mi me importa bien poco todo lo que rodea a Eurovisión, ni siquiera sé quiénes eligen y con qué criterios a la canción y al artista que representará a este país, lo que sí sé es que tienen un mal gusto impresionante. Miren a los turcos, presentan al certamen a un grupo de Rock y van y quedan los segundos.
Y es que, queridos lectores, en España siempre se apuesta por lo hortera, por la música enlatada, dejando la calidad, la originalidad y el buen gusto en un segundo plano. Pero esta circunstancia no es nueva, sucede en nuestro país no solamente con la música, sino en todos los aspectos de la vida. Y así nos va. Por ejemplo, miren el panorama político estatal, dónde está la calidad y la originalidad en el congreso de los diputados, son todos aburridos, cortados por el mismo patrón. Y qué me dicen del bipartidismo al que nos quieren acostumbrar PP-PSOE, PSOE-PP, tanto monta, monta tanto. Todo el tiempo tirándose los trastos a la cabeza, todo el tiempo igual, los unos criticando a los otros y viceversa. No piensan en otra cosa que no sea conseguir más cotas de poder. Para ellos no somos personas, sino votos con patas. Quieren que seamos sus autómatas, y usan a sus medios de comunicación para conseguirlo. Y lo más triste es que lo están consiguiendo.
Pero volviendo a Eurovisión, imaginen que el año que viene, representa a España el Rosendo, Luis Eduardo Aute o Javier Krahe. Entonces sí que me pegaría a la pantalla de la tele y me declararía fans incondicional del concurso, pero como eso es imposible (no creo que ni Rosendo, Aute o Krahe quisieran participar), pues me dedicaré a criticar la bazofia que presentarán el año que viene. Como si lo viera.

Miguel Ángel Rincón Peña