14 sept 2012

LOS ALIADOS

Seguro que recuerdan aquel dicho de: “Montó un circo y le crecieron los enanos”. Pues algo así es lo que le viene pasando, a lo largo de la historia, a los belicosos Estados Unidos de América. 
Cuando en 1978, los soviéticos invadieron Afganistán, por la amenaza que suponía el paulatino ascenso del islamismo en aquel país, los Estados Unidos apoyaron directamente las guerrillas islámicas y en especial a los muyahidín (con armas, entrenamiento y demás apoyo logístico). Cuando los muyahidín lograron concluir la guerra, estaban bastante preparados gracias a los suministros armamentísticos de Washington y a los millones de petrodólares provenientes de Arabia Saudí, fue entonces cuando crearon un nuevo e incipiente grupo de guerrilleros rigiéndose por la ley islámica o Sharia, y que se denominaron a sí mismos “Talibán”. 
Algunos años después, los estadounidenses se dieron cuenta de que aquellos rebeldes a los que ayudaron a luchar contra el comunismo, ahora ya no eran aliados, sino terroristas que no dudaban en atacar a todo lo que oliera a estadounidense. Todavía dura la guerra de Afganistán, imagínense. 
Hace bien poco, todos pudimos ver en la televisión cómo los rebeldes libios, con la inestimable ayuda de los EEUU, derrocaban al gobierno de Gadafi. Un videoaficionado nos enseñó a estos aliados del “Tío Sam” torturando y asesinando a Muamar el Gadafi. 
Pues esta misma semana, un grupo de libios atacaban el consulado y asesinaban al embajador de EEUU en Libia. Al parecer, la ira la desató una película sobre los musulmanes. Por lo pronto, Obama ha prometido "justicia" tras el asesinato del embajador y ha enviado un equipo de unos cincuenta marines, desde la base yanqui de Rota (Cádiz), para reforzar la seguridad en Libia y ha puesto ya en alerta al resto de sus misiones diplomáticas en todo el mundo, pues grupos de musulmanes radicales siguen amenazando a las embajadas. Ya saben ustedes lo que significa la palabra “justicia” en boca de un presidente de los Estados Unidos, por muy negro, simpático y premio Nobel de la Paz que sea: ¡GUERRA! 

Miguel Ángel Rincón Peña