19 jun 2014

PERIPECIAS MUSICALES

Hoy estaba dándole vueltas en mi cabeza a una conversación que hace muy poquito tiempo mantuve con un amigo, al cual hacía años que no veía. Siempre anda viajando. Él está intentando vivir de su arte y me narraba todas las vicisitudes que está pasando para lograrlo. Cuando empezó a tocar su guitarra y a escribir canciones propias, su única ilusión era dedicarse por completo a esta actividad. Pasó el tiempo y decidió dar el gran paso, así que se buscó un “mánager” y puso en sus manos su incipiente carrera musical. Pocos meses le bastaron para darse cuenta de que aquel negocio no era tal y cómo se lo había imaginado. 
Me contó muchas anécdotas, por ejemplo, aquella ocasión en que lo llamaron para actuar gratis en un bar, como una especie de favor que el dueño del local le hacía. Otros tan sólo aceptaban pagarle los gastos de gasolina. Una vez, su mánager le había conseguido una actuación en un pueblo de Huelva, cuando llegó al sitio, se encontró al camarero, pero no había equipo de sonido, y las luces eran las propias del bar. Cuando mi amigo preguntó por el escenario, la respuesta fue que había que montarlo con unas tablas que estaban en el almacén, pero que él no podía hacerlo porque tenía que atender el bar. Que lo monte el músico, dijo entre dientes. Por supuesto, el músico se negó en redondo y dijo que si no tenía escenario ni equipo de sonido, no podía tocar, a lo cual el camarero le dijo que si no tocaba no cenaba. Esa esa la paga que el “mánager” le había conseguido, una cena. Todo esto puede parecer una exageración, pero les aseguro que no lo es. Hace bien poco vi en el cine la película de los hermanos Cohen titulada “A propósito de Llewyn Davis”, y narra la historia de un cantautor que recorre la escena musical folk de Nueva York en 1961. Mientras escuchaba a mi amigo (del cual no voy a dar su nombre) contarme todas sus peripecias, me estaba acordando de esa película en concreto. A pesar de lo que puedan creer mucha gente, la vida de los artistas no es nada fácil, porque al igual que el resto de seres humanos, también quieren comer, vivir bajo un techo, pagar facturas, etc. ¡Ya ven qué cosas! 

Vaya desde aquí mi más sincero homenaje y reconocimiento a todas las personas que dedican su vida al arte, enseñándonos multitud de cosas y haciéndonos disfrutar. 

Miguel Ángel Rincón Peña