6 may 2010

BOMBYX MORI

Hay circunstancias, objetos, músicas, etc., que a uno lo trasladan a la niñez, a rememorar aquellos años en que nos creíamos en posesión del preciado don de la inmortalidad. Un tiempo donde fuimos felices jugando con los amigos en la calle, viendo la bola de cristal acompañados con una buena rebanada de pan con nocilla. Esos objetos y esas circunstancias parecen haber desaparecido con la añorada niñez, pero de vez en cuando volvemos a tropezarnos con ellas.

Yo tengo la suerte de compartir trabajo con una de las mejores maestras de educación especial que he conocido (ella dirá que es peloteo, pero sus logros así lo demuestran) y el mes pasado le dio por regalarme una caja de zapatos repleta de gusanos de seda. Ya llevaba tiempo queriendo encontrarme cara a cara con estos gusanillos, pues los echaba de menos. Echaba de menos aquellas tardes subido en las moreras con una mano sujetando la bolsa y la otra en la rama, echaba de menos intercambiarlos con los amigos, ponérselos a mi madre en la mesa (con la consiguiente regañina). Cuando los volví a ver, me trajeron buenos recuerdos.

Ayer mismo, buscando no sé qué en internet, me acordé de mis amigos los gusanos y busqué información sobre ellos. Visité páginas de empresas que se dedican a la venta del “Bombyx mori”, que así se llaman los gusanos de seda científicamente. Treinta gusanos a quince euros. También venden bolsas con hojas de mora. En fin, de todo se hace negocio en esta vida.

Recuerdo que yo se los cambiaba a un amigo por chucherías, porque yo era incapaz de recordar dónde había guardado la caja con los huevos, con lo cual, perdía los nuevos gusanitos de un año para otro y tenía que buscar a mi amigo, que sí recordaba dónde guardaba sus cosas.

Los gusanos de seda pueden ser también un buen material didáctico para las escuelas, enseñando un ciclo biológico completo, con sus diferentes etapas, hasta llegar a la metamorfosis. Son unos animales que no transmiten enfermedades y son muy fáciles de cuidar, por lo que son ideales como pequeñas mascotas para los niños (y no tan niños).

Este año pienso poner la cajita en un lugar bien visible, para que en la primavera que viene, vuelvan los “Bombyx moris” a recordarme mi niñez.

Miguel Ángel Rincón Peña