Tras alojarte en mis intestinos
todo fueron batas blancas y goteros,
impotencia y un mar de dudas.
Aún no se cómo llegaste a mí.
Supongo que poco a poco,
sin avisar, como hacen las serpientes
antes de atacar a sus víctimas.
Y la víctima era -y sigo siendo- yo.
El que te padece en silencio.
El que aguanta el sufrimiento.
El que se pregunta cuándo te irás.
El tiempo, que -casi- todo lo cura,
me enseñó a convivir contigo,
a mostrarte indiferencia
y a divertirme… a pesar de ti.
[Y aquí seguimos, sobreviviendo.
Preparados para esta lucha
que supone nuestra existencia...]
Miguel Ángel Rincón Peña.