María, Javier y Daniel son tres niños muy especiales que asisten al aula específica del CEIP San Francisco. Allí, su tutora Regina, una sevillana muy guapa y con mucho arte, y su monitor, un tal Miguel Ángel (que ni es guapo ni tiene arte), les esperan para comenzar la jornada escolar. Y la mañana pasa entre asambleas de bienvenida, fichas para colorear, desayunos, recreos, sesiones de psicomotricidad, visitas integradoras a otras aulas (como la de la señorita Sonia, todo un encanto), etc. También se hacen actividades en el exterior, por ejemplo la equinoterapia. En el centro hípico Las Nieves, los niños disfrutan y se relacionan con el mundo del caballo, le dan de comer, lo cepillan y por último montan y pasean. O la aquaterapia en la piscina cubierta de Villamartín (en Arcos no hay piscina cubierta aún, esperemos que pronto la haya). Los niños entran en contacto con el medio acuático y hacen bastante ejercicio, que eso siempre es muy saludable. Todas estas actividades no serían posibles sin la labor de la asociación Disarcos, que con su vehículo adaptado transporta a los alumnos a estos lugares. Sin duda, asociaciones como esta son muy necesarias por todo el trabajo que realizan por la integración de los discapacitados en la sociedad.
Considero que hoy en día aún existe un serio problema de integración, incluso en las escuelas hay quién tiene sus dudas sobre este aspecto. Lo mismo pasa en el sector del empleo y en la sociedad en general. Conseguir la integración es labor de todos y por lo tanto todos tenemos que colaborar en conseguir ese fin. Desde aquí animo a las asociaciones y a las familias a seguir luchando y reivindicando esos derechos que deben poseer las personas que por un motivo u otro son discapacitadas.
Miguel Ángel Rincón Peña